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lunes, 11 de abril de 2011

LOS FONDOS DE INVERSION


Un inversor “de andar por casa”, no es más que un ahorrador que quiere rentabilizar más sus ahorros, colocándolos de otra manera. Hay otro tipo de inversores “de altos vuelos”, a los que no les interesa, para nada,  las cosas que se comentan en este blog. Incluso hasta les pueden resultar molestas o perjudiciales.

El abanico de inversiones para esos “inversores de andar por casa” es muy amplio. Hoy analizaremos qué es y cómo funciona un Fondo de Inversión.

Podríamos decir que un Fondo de Inversión es una “peña de amigos”, que juntan sus ahorros en un Fondo Común, para que otro “amigo”, especialista en Bolsa, invierta esos ahorros y los rentabilice.

A todos esos amigos que aportan sus ahorros al fondo común, se les llama Partícipes. Y su inversión se materializa mediante la compra de participaciones en ese Fondo.

El Fondo está constituido por el total de los ahorros aportados por todos los Partícipes.

A ese amigo especialista en Bolsa que va a manejar el Fondo, se le llama Gestora del Fondo. Y esta Gestora no trabaja gratis. Cobra comisiones por su trabajo. La mayoría de las gestoras de fondos existentes, están controladas por bancos y cajas.

Los activos en los que invierte la Gestora del fondo: acciones, obligaciones, bonos, deuda pública, etc., deben de estar depositados en un banco o caja. Esta es la figura del Depositario del Fondo, que también cobra comisiones por su función (la custodia y administración de los valores).  En la práctica, tanto la Gestora del Fondo, como el Depositario del Fondo, son tan amigos, que están controlados por la misma entidad de crédito, que es la que se encarga de cobrar esas comisiones a los partícipes del Fondo de Inversión. Es muy importante conocer cuáles son esas comisiones y la repercusión que tienen en la inversión que hagamos. No olvidemos que los Fondos de Inversión son un gran negocio para los bancos: generan muchas comisiones, tanto da si el partícipe gana o pierde con su inversión.

Finalmente hablaremos del Valor de la participación. El importe total inicial del Fondo se divide en Participaciones, que tienen un valor inicial. Ese valor cambia diariamente en función de la valoración que tengan en cada momento las acciones, los bonos, las obligaciones, en una palabra, los valores que constituyen el patrimonio de ese Fondo. De esta manera podemos conocer a través de los medios de comunicación el valor diario de la participación en el Fondo en el que tengamos nuestros ahorros invertidos.

Las Clases de Fondos de Inversión más corrientes son:

  • De Renta Fija (Invierten en Deuda pública, Obligaciones y Bonos)
  • De Renta Variable (Invierten en Acciones)
  • Mixtos (Invierten en Renta Fija y Renta Variable)
  • De Dinero (Invierten en Activos Monetarios)
  • Garantizados (Garantizan algún tipo de rentabilidad)

A través de la web de INVERCO (Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Planes de Pensiones), el futuro inversor en este tipo de producto, puede consultar la evolución de todos los Fondos de Inversión que se comercializan en el mercado español. En esta página encontrará información sobre qué rentabilidad ha tenido cada fondo (y en particular el que le interese) en un periodo determinado de tiempo. Es importante tener en cuenta que esas rentabilidades pasadas no garantizan ninguna rentabilidad futura.

Los Fondos de Inversión, son unos productos con un gran número de Clientes. Si tomamos datos a 28 de febrero de 2011, veremos que hay en España más de 3.000 Fondos, que administran más de 145.000 millones de euros y que cuentan con más de 5.323.000 partícipes. Lo que ya no cuentan las estadísticas es si todos esos partícipes conocen el producto que han adquirido, o lo han hecho simplemente, porque se lo recomendó en su día el comercial del banco que le atendió, cuando preguntó que podía hacer con aquellos 20.000 euros que había ahorrado. Ese comercial, ¿estudió el perfil del ahorrador que tenía enfrente cuando le aconsejó la inversión?, ¿le explicó al Cliente lo que iba a comprar, o simplemente le “colocó” un Fondo que en ese momento comercializaba su banco y que le iba a reportar, a él personalmente, un incremento de su retribución variable?. Me temo que en muchos casos fuera así.  

No pretendo de ninguna manera proscribir este producto financiero. Mi única pretensión, como estoy exponiendo continuamente a través de esta serie de artículos, es que cada uno de nosotros, cuando adquiramos un producto financiero, conozcamos todas sus características, ventajas e inconvenientes. Y solo después de tener la certeza de que conocemos el producto, tomemos la decisión que más nos convenga o nos apetezca. No dejemos que otros decidan por nosotros.   

viernes, 1 de abril de 2011

ALTERNATIVAS PARA NUESTROS AHORROS


Cuando voy a una tienda a comprar algo, no le digo al dependiente: “Mire Vd., tengo para gastarme 100 euros, ¿qué me recomienda Vd. que le compre?”. Voy con una idea más o menos preconcebida de comprar algo que me haga falta o simplemente que me guste. Primero veo qué hay, si me satisface, si me encaja el precio, etc. y luego, compro, o me voy a otra tienda a ver si encuentro lo que busco.

Por qué cuando he conseguido ahorrar un poco de dinero, voy al banco y le digo al comercial que me atiende: “Mire Vd., tengo ahorrados 20.000 euros (p.ej.) y vengo a que Vd. me los coloque donde crea más conveniente”. Estoy tentando al comercial a que me coloque lo que en ese momento más le convenga a él para mejorar sus objetivos y su retribución.  

Si quiero sacar rentabilidad a esos 20.000 euros que he ahorrado, ¿no parece más lógico que me entere de qué productos tiene ese banco que yo pueda comprar (sí comprar), si me gustan, si cubren mi necesidad, si entiendo lo qué son, etc.?. El comercial está ahí para enseñarme esos productos y aguantar todas las preguntas que yo lo quiera hacer, hasta que comprenda la oferta y encuentre algo que cuadre con mí necesidad. Y si no me gusta lo que me ofrece, pues me voy a otro banco y tan contentos. Si no me informo bien, probablemente no entenderé correctamente qué he hecho con mis ahorros.

Previamente tendré que tener claro, cuál es mi necesidad, cuándo voy a necesitar esos ahorros (en un año o en una semana, p.ej.), si soy un ahorrador conservador o me gusta arriesgar todo o parte de mis ahorros, qué conocimientos financieros tengo, etc.. Dependiendo de estas variables elegiré un producto u otro. 

Supongamos que soy el típico ahorrador conservador y que no voy a necesitar previsiblemente esos ahorros en un año. En esta circunstancia, a mi juicio, el producto que me sentará mejor, será el típico depósito a plazo de un año. Deberé informarme sobre el tipo de interés nominal y la periodicidad de abono de ese interés: mensual, trimestral, anual. Estos dos parámetros van a darme una TAE  (pulsar el enlace que lo explica) diferente según los casos.

Ojo con esas ofertas de depósitos a plazo condicionados a lo que sea. Si no entendemos los “condicionantes” que complican el producto, no contratarlos. Pueden ser unos productos con posibles rentabilidades más altas (o más bajas, según resulten los “condicionantes”). En mi opinión no son el producto más adecuado para el Cliente conservador.

Pero quizás ya tenga algunos conocimientos financieros y comprenda esos depósitos que acabo de comentar. Yo los llamo “depósitos complicados” y algunos verdaderamente lo son tanto que, a veces, el comercial que me lo intenta vender no los conoce bien. Esto no quiere decir que sean malos productos. Lo que sí quiero señalar es que requiere conocerlos muy bien para no tener sorpresas posteriores. La variedad de este tipo de depósitos, que pomposamente se denominan depósitos estructurados, es enorme; raro es el mes que no aparecen dos o tres en el mercado. El que quiera comprar uno de estos depósitos tiene donde elegir. Mi consejo es el de siempre: comprar solo lo que de verdad conozcamos.

Otra alternativa diferente a la de ahorrar es la invertir en algo. Hacer inversiones financieras. Aquí el abanico también es amplio y, lógicamente, el conocimiento que debo tener para saber lo que hago es mayor. Hay gente que invierte en las cosas más diversas sin tener conocimiento alguno y les va bien. Cuando esto sucede, hasta suelen presumir ante sus amistades y familiares de lo listos que son. Este tipo de “inversores”, aunque cueste creerlo, está muy extendido, y son los tontos útiles para que los especuladores engorden más sus beneficios.

Las inversiones a que me refiero en el párrafo anterior, van desde los Fondos de Inversión más conservadores, a la especulación bursátil más furibunda. A mí todo tipo de inversión que haga alguien, con conocimiento de causa, me parece fenomenal. Él sabrá lo que hace en cada momento y por qué lo hace. Las inversiones más arriesgadas, hechas por alguien que no tiene ni puñetera idea de lo que está haciendo, son lo más parecido a sacar un número de lotería o a hacer un boleto de le Euromillonaria. Este apartado de las inversiones financieras, por su variedad y extensión, creo que merece una entrada aparte.